¿Quién se la está llevando?
El lunes 18 de abril el ministro de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, literalmente ocupó la presidencia del Consejo de la Magistratura de la Nación (CdM). Se trata de un golpe institucional liso y llano: el máximo tribunal pasa a dirigir el órgano que designa y remueve jueces, y a controlar el presupuesto judicial. Además, se arroga inconstitucionalmente facultades que son del ámbito legislativo al restaurar una ley derogada y al definir de hecho el funcionamiento del CdM. De esto hablaba Cristina días atrás al referirse al poder real en la Argentina, que no está en el gobierno. La cabeza del poder judicial (trinchera de los monopolios en nuestro país) da este zarpazo en un momento político turbulento, campantes además porque desde el Ejecutivo se definió hace tiempo no tocar sus privilegios medievales. Estos acontecimientos deben mover a la reflexión, y a la movilización del campo popular.
La cuestión de fondo es cómo se para el gobierno nacional frente al avance de los factores de poder sobre los intereses de las mayorías. O para ser más precisos, de qué lado se para. Al cierre de esta edición, el ministro Guzmán visita Washington para “recalibrar” con el FMI el cumplimiento de las metas del acuerdo de refinanciación de la deuda. En ese contexto Kristalina Georgieva afirmó que el “objetivo común es el de implementar el programa económico acordado”. Guzmán señaló días atrás que una de las principales causas de la inflación está asociada a los “ruidos políticos internos” en la coalición de gobierno, y que la prioridad hoy es acumular divisas a través de la exportación de commodities y manufacturas. Con la promesa de no aumentar retenciones. O sea, defiende a aquellos sectores concentrados responsables de que los alimentos se vendan a precio dólar en nuestro país.
Son estos grupos monopólicos los que liman los ingresos populares. Los que usufructúan el crecimiento del PBI (muy festejado por el área económica del gobierno) mientras se achica la participación de los asalariados en la riqueza nacional: del 54% con Cristina, 45% con Macri y 42,7% con AF. La inflación de marzo fue del 6,7% según el Índice de Precios al Consumidor, y de 7,2% en alimentos y bebidas. El impacto es demoledor, no es necesario teorizar, se percibe en la calle. En 2021, el 20% de los hogares de mayores ingresos acapararon el 37% de los ingresos totales. En el otro extremo, los hogares de menores ingresos apenas recibieron el 3,5% de los ingresos totales. Más fino: el 20% de la población vive en hogares con ingresos per cápita inferiores a los 13.000 pesos. Bienvenido el bono anunciado para trabajadores informales, jubilados y jubiladas y monotributistas de las categorías más bajas. Lamentablemente llega en dos cuotas, tarde y con gusto a poco. ¿Crecimiento económico para unos pocos? Eso allana el camino de retorno al neoliberalismo más duro.
Enfrentamos a un enemigo poderoso, el imperialismo norteamericano, cuyos satélites locales compiten por ver quién se para más a la derecha: van a privatizar todo, van a reprimir a todos y todas y parecen dispuestos a dar la vida por los que más tienen. Eso está claro. El asunto es qué hacemos desde la vereda de enfrente.
La salida es con redistribución de la renta nacional: la extraordinaria, la inesperada y la ordinaria también. Nuestro pueblo va a ponerle el cuerpo. Para eso se requiere convicción, que es lo hoy se discute en el seno del Frente de Todos. Convicción para avanzar y decisión para bancarse lo que venga. Vayamos a dos ejemplos muy recientes. Primero, el proyecto de ley que se discute en el Senado para captar los miles de millones de dólares no declarados en el exterior, y con eso pagarle al FMI. Segundo ejemplo: la decisión de confrontar con la Corte al dividir el bloque de senadores del FdT para no regalarle un lugar a la derecha en el Consejo de la Magistratura. Saltaron como una jauría, contra Cristina.
El momento exige convicción para avanzar y decisión para confrontar con los factores de poder. Sobre esa base debemos cimentar la unidad. Ahí vamos a estar las y los comunistas del PCCE, militando para organizar a los miles y miles de compatriotas que, desde la izquierda, están dispuestos a luchar por un proyecto nacional, popular y latinoamericanista, en el camino argentino al Socialismo.