¿Para quién se gobierna?
La discusión de cara al pueblo en la coalición de gobierno, lejos de ser una “interna de palacio”, refleja que la disputa por los dos proyectos de país también se expresa en el frente constituido en el 2019 para derrotar al neoliberalismo.
Días atrás circuló un informe del CEPA con el detalle de los principales ganadores de los últimos dos años. Son 16 los grupos que incrementaron sensiblemente su patrimonio en dólares, beneficiados en particular por el repunte económico de 2021. Popes de la industria, agroexportadores, bancos y formadores de precios al tope del ranking. Es contundente. El reclamo entonces por redistribuir la renta nacional en favor de las mayorías no debería perturbar al presidente. Es escandalosa la asimetría entre los ingresos populares y los bendecidos por el “modelo productivo” ¿Crecimiento del PBI con mano de obra barata? ¿Esa es la propuesta?
Luego del impacto del índice inflacionario de marzo, abril no va a aflojar, orillando el 6%. Anualizada, la inflación supera los 60 puntos. La “tríada del optimismo” sobre la que se apoya Alberto (Guzmán, Kulfas y Moroni) “no interviene” en este asunto, o mejor dicho, no interviene en defensa de los y las laburantes. El sedoso trato que les dispensan los grandes conglomerados de medios no deja lugar a dudas.
Guzmán expuso ante la crema empresarial en el Llao Llao, donde volvió a defender el programa económico del FMI: shock exportador de commodities, acumulación de reservas, suba de tasas y reducción de subsidios. Kulfas celebra inversiones y números macroeconómicos a una distancia sideral del cotidiano del pueblo. Moroni sigue terciando en función de los intereses patronales, tal como denunció días atrás la Asociación Bancaria en la antesala de un paro nacional, reclamando “que el ministro de un gobierno popular equilibre las fuerzas para el lado de los trabajadores”. Parece que se equivoca siempre para el mismo lado. A pesar de Moroni, los bancarios cerraron la paritaria en un 60%.
En este caso, la orientación de las políticas se expresa con nombres y apellidos: es el único sentido de la personalización. Si no se modifican estas políticas (es lo que viene planteando Cristina en varios idiomas) vamos a profundizar la derrota de 2021 y, lo que es peor aún, vamos a generar una nueva decepción en el pueblo. Eso es más difícil de revertir.
Desde la provincia de Buenos Aires se dio un paso importante al iniciar un proceso de institucionalización del Frente de Todos, del que nuestro Partido forma parte. Ojala se replique en todo el país: por lo menos así lo anunció el presidente el último 17 de noviembre, antes de que la iniciativa se fuera a dormir el sueño de los justos. Es necesario que las fuerzas que construimos el Frente de Todos podamos opinar y discutir respecto a la política económica del gobierno del Frente de Todos.
Lo fundamental en este escenario es impulsar las luchas por las reivindicaciones concretas. Más grandes o más chicas, lo central es que prevalezca la movilización y la presencia en la calle. Principalmente del movimiento obrero. Desde ahí tenemos que empujar los reclamos por el precio de los alimentos, contra los tarifazos, por la recomposición de los salarios y asignaciones, por un shock en los ingresos de los asalariados, para que la deuda la paguen los que la fugaron y se implementen políticas redistributivas. En momentos como este, debemos profundizar el vínculo político con las masas, esforzarnos por organizarnos en los barrios, en los colegios, en cada lugar donde lleguen nuestros brazos. Así se equilibran las fuerzas, yendo para adelante, no oscilando ni retrocediendo ante los primeros truenos.