El pueblo sigue esperando
Con la designación de Sergio Massa en el Ministerio de Economía se logró frenar una ofensiva desestabilizadora que, vía corrida cambiaria, le auguraba a un debilitado gobierno nacional un futuro incierto en un periodo inmediato. Sin reservas monetarias para sostener el valor de nuestra moneda, los factores de poder pretendían (pretenden) forzar una brusca devaluación que detonara una hecatombe política y social. Este escenario se predijo con la suficiente anticipación (en particular por la compañera Cristina) pero Alberto Fernández decidió ignorarlo, gobernado quién sabe por qué o por quién. Lo estrictamente cierto es que se llegó a una situación crítica que requería de acciones que permitieran equilibrar la cancha.
Dicho esto, es evidente que la disputa por el rumbo económico del gobierno del FdT no está saldada ni por asomo. Prueba de ello es que una de las primeras novedades anunciadas por el flamante ministro fue un tarifazo sobre la luz y el gas que, a diferencia de lo que se dijo inicialmente, golpea aún más los magros ingresos de millones de asalariados. Es atendible la urgencia de acumular reservas para aplacar las tensiones financieras. ¿Pero otra vez a costa del pueblo? Mientras, se otorgan regímenes especiales a los agro-especuladores para que liquiden las divisas de los granos que tienen almacenados en más de 450 mil silobolsas. Luego la ratificación de las metas de reducción del déficit fiscal acordadas con el FMI, el límite a la emisión del Tesoro y, acto seguido, la confirmación del congelamiento de los ingresos al Estado: así enunciado secuencialmente, suena espantosamente conocido. Lamentablemente no es una disquisición fonética.
La acción criminal de los formadores de precios, esos que celebraban las risotadas de Federico Braun, va a arrojar una inflación en el mes de julio superior al 7 por ciento, con un impacto mayor en los grandes conglomerados, el conurbano bonaerense por ejemplo. Resta conocer qué propone Sergio Massa en este terreno, ya que hasta ahora sólo sobrevoló el tema. Con un retraso de dos años respecto al discurso de CFK en La Plata, el presidente habló de que “vamos a alinear precios y salarios”. Qué hallazgo. De lo que también habló una y mil veces la Vicepresidenta (y puso en práctica en su momento) es de la necesidad del control de precios, de tensar posiciones con los grandes monopolios. Precios y salarios no se alinean solos, no son planetas.
¿Cómo incidimos en esta discusión? Con movilización popular. ¿Cómo intervenimos en la disputa que está planteada en el seno de Frente de Todos? Defendiendo en la calle, en los movimientos de masas, las posiciones que sostiene Cristina en la coalición de gobierno. Se habló durante los últimos días respecto de la composición nacional/nacional-popular que coexiste en el FdT. Corresponde a una categoría del líder y fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci. En esa línea, nuestro Partido sostuvo desde el vamos que la tensión principal se iba dar entre quienes impulsamos un desarrollo nacional con redistribución del ingreso y aquellos que, sin abrevar en el neoliberalismo, están comprometidos con los intereses de un sector del establishment de nuestro país. Esa pelea sigue abierta, y debemos darla al interior del Frente con franqueza, sin esconder las opiniones y con organización popular. Enfrente están los que pretenden, en 100 horas, llevarse puesto todo. Para eso necesitan proscribir y/o encarcelar a Cristina.
Salarios, precios y tarifas siguen siendo las principales reivindicaciones que tenemos que levantar en esta coyuntura. Obviamente chocan con los condicionamientos que impone el FMI, que hemos repudiado. Nuestro pueblo espera, pero no va a permanecer inmóvil.