Nuestro Partido se sumó por izquierda al kirchnerismo el 25 de mayo de 2003, hace casi 20 años. Dicho esto, puede resultar obvia la respuesta al título. Pero no. Puede haber una respuesta más precisa a quien pretende “correr por izquierda” (Trotskismo), o para quien considera que se trata de “fanatismo” o “culto a la persona”, pero en general:
Defender a la compañera es defender la posibilidad de construir un proyecto de masas en la Argentina en un sentido nacional, popular y latinoamericanista. El rol de CFK, en las últimas dos décadas, trasciende largamente a sus mandatos presidenciales. No sólo describió con precisión quirúrgica, en diciembre de 2015, lo que sobrevendría con Macri y compañía, sino que unos pocos meses después y bajo la espada de Comodoro Py convocó a construir la unidad más amplia contra el neoliberalismo.
Ahí mismo acuñó el concepto de unidad ciudadana, que se traduciría en la alternativa político-electoral al macrismo en las legislativas de 2017. Al calor de la resistencia popular se fue gestando, con Cristina al frente, la derrota de Cambiemos en 2019. Es decir, se abortó en un período muy breve la continuidad de la política del imperialismo en nuestro país, lo que hubiera resultado una verdadera catástrofe.
El heterogéneo gobierno de coalición del Frente de Todos, con sus aciertos y enormes contradicciones, fue caracterizado en nuestra prensa procurando discernir siempre lo principal de lo secundario. Todo lo que se impulsó en función de los intereses de las mayorías fue por presión de Cristina y, en sentido inverso, fue la compañera la que resistió (en un delicado equilibrio institucional) aquellas acciones contrarias al pueblo.
Para empezar, el pacto con el FMI aceptado por Guzmán con el consecuente respaldo de Alberto Fernández. Hoy pagamos las consecuencias de ese latrocinio. A partir de ahí, las pedradas a su despacho, la persecución judicial y el intento de magnicidio.
En la medida que se fue deshilachando la hipótesis de que los vendedores de copitos planificaron el acto terrorista, es que buscan instalar la versión del autoatentado. Mientras, intervienen en la defensa de los detenidos abogados vinculados a la Embajada de los Estados Unidos, a Juntos por el Cambio y a los servicios de inteligencia. Todos en el mismo lodo. La policía federal se equivocó tres veces seguidas y la jueza interviniente orienta la causa hacia la tentativa de homicidio simple. Es decir, se debilita la búsqueda de los autores intelectuales y las líneas de financiamiento. Aún cuando Nicolás Caputo le compraba mesitas de luz a la horda carpintera de Revolución Federal. Impávidos, Clarín y La Nación hablan del “atentado que no fue”. Lucha de ideas. Batalla cultural.
El 2022 cerrará con un índice de precios orillando los 100 puntos porcentuales, laburantes con salarios de hambre y una muy delicada situación social. El presidente se niega a otorgar por decreto una suma fija cediendo al sindicalismo patronal que conduce la CGT, no obstante las luchas obreras crecen y seguirán creciendo. Esa nueva generación de trabajadores y trabajadoras que se plantan, que se organizan en sus sectores, que confrontan con las conducciones burocráticas es hija del proceso de avances y conquistas alcanzadas entre 2003 y 2015. Aún así están en disputa por la antipolítica, la decepción y el desánimo. Es necesario dar una perspectiva política para que esa bronca no sea pasto de posiciones reaccionarias.
La crisis actual del neoliberalismo acentúa la tendencia del imperialismo al fascismo. Una rápida observación de la coyuntura global lo confirma sin mayores discusiones. ¿Cómo se expresa en nuestro país? Con el intento magnicida contra CFK. Los yanquis avisan que vienen por el litio, por Vaca Muerta y por el agua; por la privatización de las jubilaciones, el desguace del Estado y las “reformas estructurales” que el macrismo no pudo concretar. Si es necesario con “represión y muertos”, como afirmó Macri días atrás.
¿Quién sino la compañera Cristina puede encabezar un proceso de acumulación de fuerzas que obture el retorno del neoliberalismo en nuestro país? ¿Quién sino ella puede convocar a nuestro pueblo a luchar en las calles para dar las batallas que hay que dar en un sentido redistributivo? Son claras las razones de por qué CFK sigue siendo la única esperanza para las mayorías.
Todxs con Cristina
El imperialismo norteamericano busca recuperar posiciones en nuestro continente, en particular frente a la creciente influencia de China popular. La tendencia general es de avance para los pueblos, por lo tanto adversa para sus intereses.
La Argentina es un enclave estratégico, pero tienen un problema persistente: Cristina y la sólida adhesión que concita en las grandes mayorías. Es el dique de contención. La antesala del pedido de prisión y proscripción de la compañera fueron las temerarias declaraciones de Marc Stanley, embajador de los EE.UU., respecto de la importancia (para ellos) de los recursos naturales de nuestro país -petróleo y litio en particular- y la urgencia de armar (ahora mismo) un gobierno de coalición en función de esos expresos objetivos.
Corrió mucha agua (y sangre) en nuestra Patria hasta la irrupción de un liderazgo que calara hondo en las masas. Después de la dictadura genocida, del genocidio social del neoliberalismo y la crisis del 2001 ¿quién (de los de a pie) prendía la tele o la radio para escuchar a un dirigente político durante más de diez minutos? Si era mujer, menos todavía. Néstor primero y Cristina después, revirtieron esa apatía. Los yanquis no tienen otra: para avanzar en la Argentina, con perspectivas de continuidad, la tienen que sacar de la cancha.