El intendente Gilberto Alegre, buscó una tangente bien elaborada para lavarse las manos con la cuestión del barrio la Escondida. Primero hay que recordar que el barrio la Escondida (También conocido como “nuevo chaparral”) está oficialmente reconocido en el Registro Nacional de Barrios Populares, lo que le permitió ingresar en un sistema de regularización que depende del actual Ministerio de Capital Humano de la Nación.
¿Por qué no articular ahí la solución de ese barrio, entonces?
No se hace porque no hay voluntad política local en esa dirección, ya que eso implicaría tener que criticar las políticas de Javier Milei, quien debería destrabar los fondos, y a quien sutilmente el intendente le tira laureles cada vez que puede (aunque sea un amor no correspondido).
Serian fondos de Nación que vendrían para una solución en General Villegas, no son fondos del municipio. Vale la aclaración para que todos tiremos para el mismo lado, salvo que no se defiendan los intereses locales.
Ahora bien, en el relato mediático del intendente sobre este tema, se utilizó y se utiliza la “urgencia del barrio” como excusa para justificar apuros en la adquisición de otras quintas (bienvenidas sean todas las quintas para lotes), pero no hay que mezclar los tantos.
La solución de este barrio es un hecho confirmado y el municipio no puede desentenderse totalmente de su regularización. Y justamente la forma más rápida de solucionar esa urgencia, es articula la regularización.
“¿Encima que se les ofrece otro terreno se insiste con la regularización?”
¡Tranquilos! Para quien padezca de aporofobia les comento algunos detalles sobre este razonamiento que a simple vista parecería un capricho de los que se quieren quedar.
El primero ya lo mencione: La solución legal del barrio ya es un hecho, esta en el Renabap (En este breve video lo explico: Click al video ).
Segundo: Hay más de 20 casas de materiales, por eso muchos no quieren irse, nadie esta en condiciones de tirar entre 2 a 5 millones de pesos a la basura y tener nuevamente ese dinero para construir de cero en otro lugar.
Tercero: Lo único que se obtiene de un “traslado ficticio”, es que la mayoría -no todos- pasarán de tener un terreno a tener dos terrenos. ¿Se puede ser tan ingenuo para no darse cuenta? Es un secreto a voces, también se ha planteado en el debate del concejo deliberante, y sobre todo, si hay alguien que sabe que esto es así, es justamente quien gobernó durante 20 años el distrito, y que irónicamente tiene la fama de ser “mano dura” contra las vivezas (o quizá eso sea un mito).
¿Por qué lo hace?
Acá se encuentra en mi opinión la “maravillosa jugada”, que se sostiene únicamente gracias al fenomenal blindaje mediático que tiene.
Tenia el acuerdo sellado para el barrio, por un capricho misógino lo hizo caer, sumado a que se perdía una quinta de 20 hectáreas propiedad del municipio a cambio de “nada”, y digo nada literalmente porque la Nación ya había solucionado el problema con fondos propios.
Entonces, ¿Cómo se dibuja tan fenomenal lavada de manos?, obviamente, ofreciendo un traslado, que frente a los vecinos es solo “ofrecimiento”, frente a los micrófonos “es traslado”.
Ofrecer un traslado a un barrio que no lo necesita, lo que necesita es que el municipio levante el teléfono, llame al Ministerio de Capital Humano de la Nación, y articule la regularización, que destraben los certificados Renabap y que bajen la luz.
Por supuesto, si nada de esto se va hacer, el ofrecimiento de traslado es bienvenido. Pero el problema persistirá y este gobierno local, o el que le sigue, tendrá que articularlo con Nación tarde o temprano.
